martes, 29 de abril de 2014

Tallarines con salmón a la crema



Me encanta esta receta. Me encanta el sabor del salmón y de la pasta. Y además me trae buenos recuerdos porque la cocina es un poco también la suma de las experiencias de una. Hoy os voy a contar la historia de esta receta que me resulta tan entrañable.

Hace más años de los que me gustaría, al finalizar mis estudios, conseguí una beca Erasmus y allí que me fui unos meses a estudiar al país vecino por el norte, vamos a Francia. Una experiencia brutal, siempre positiva, que recomiendo a todos los estudiantes. 

Pues bien, en esos días se sucedieron millones de anécdotas que me han quedado grabadas para dar la brasa horas y horas, días y días, a mis futuros nietos y una de ellas, la que tiene que ver con esta receta, es la siguiente.

Una noche, unas chicas italianas nos invitaron a cenar a dos chicas finlandesas, una chica austriaca y a mi. Para lucirse llamaron a la "mamma" de una de ellas y nos prepararon unos manjares exquisitos según sus recetas. Entre ellas, una pasta con salmón como no he probado yo otra…

Salí de aquella casa con la firme propuesta de conseguir aquella receta que, no se porqué, no le pedí en el momento. Pues después de algunas pruebas, de varios procesos de ensayo y error, llegué a esta que os cuento ahora, con un sabor muy muy parecido al que probé aquella noche. A ver que os parece a vosotros… Para mi, después de todos los años que han pasado, sigue siendo mi favorita.

La otra anécdota divertida de aquella noche, la protagonizó la "mojama". Mi padre me envió algunas cosillas que necesitaba mediante una agencia de transporte, y aprovechó para mandarme también algunas conservas y productos típicos de la tierra que pudiera añorar, entre ellos un trozo de mojama de "la buena", es decir, esa que se deshace en la boca, que no está sequerona ni dura… Estaba espectacular. Pues por aquello de llevar un detalle a la cena, yo llevé un buen trozo de aquella mojama y resultó un éxito total. Mis compañeras jamás habían probado algo parecido y les encantó, me preguntaban cómo podían comprar aquello (tomen nota los fabricantes como oportunidad de negocio, jeje).

En fin, dejemos aparte las batallitas y vamos a la receta que es muy fácil, ya veréis. Los ingredientes que necesitamos son:

Lo primero que haremos es poner la pasta a hervir con una cucharadita de mantequilla, sal y una hoja de laurel. Con el paso del tiempo, he aprendido que la calidad de la pasta importa, es decir, es preferible pagar unos céntimos más y no quedarnos con esa pasta que se queda floja y termina siendo una masa blanda con poco sabor. No voy a dar marcas por no hacer publicidad, aunque tengo mis favoritas, pero lo mismo que en otros alimentos apenas se nota la diferencia entre una marca y otra, en la pasta sí es importante. Cocemos los tallarines, pues, hasta que queden al dente.

Mientras cortamos el salmón en tiras, y lo salteamos un minuto con una nuez de mantequilla, hasta que cambien su color.


Es el momento de añadir la nata y los quesos en lonchas y bajar a fuego medio removiendo hasta que los quesos se diluyan en la nata. Luego añadiremos un poco de nuez moscada y un poco de pimienta. Removemos y retiramos del fuego.



Añadimos a los tallarines, decoramos con las lascas de parmesano y ¡a comer! 

Si queréis, a veces a la salsa le he añadido unas cucharadas de tomate frito que le dan sabor y color. Es un plato muy cremoso, con el toque suave de salmón… una delicia. Probadlo.







domingo, 20 de abril de 2014

Potaje de vigilia


Llego un poco tarde con esta entrada, ya lo sé. Por una parte, me fue imposible publicarla antes entre viajes, procesiones y visitas a la familia. Por otra, el atrezzo para las fotos era ideal y había que hacerlo en casa de mis padres ya que mi padre sigue cumpliendo con la estación de penitencia de su Hermandad año tras año y tiene a gala tener uno de los números más antiguos en la misma. Y, finalmente, cada vez que hago este potaje, que tan bueno está, me pregunto por qué sólo lo preparo en Cuaresma porque, aunque se llame potaje de vigilia, lo que es una penitencia es el no degustarlo el resto del año, así que os animo a que lo cocinéis, sea la fecha que sea, porque no probarlo debe ser hasta pecado.

En mi casa lo hemos convertido en tradición. Provengo de una familia de "capillitas", como decimos aquí en el sur. Los capillitas, en grandes rasgos, son aquellos amantes de la Semana Santa, esos que en Navidad escuchan en el coche marchas procesionales, esos que se saben itinerarios, horarios y los rinconcitos donde cada Hermandad se luce más... Pues en mi casa son, o somos que al final me toca incluirme, de esta manera de ser. Mi padre pertenece a su Hermandad desde que era adolescente y sigue saliendo año tras año, mi hermano ha sido costalero hasta este año y está buscando las vueltas para volver a "meterse" bajo el paso, mis sobrinos salen desde pequeños como monaguillos y de ahí les auguro un futuro como penitentes o costaleros... Familia de capillitas.

Lo que decía, la Semana Santa en mi casa se disfruta desde semanas antes pero el Miércoles Santo es el día grande de la salida. El jueves se descansa y el viernes nos reunimos todos para comentar "las mejores jugadas" y disfrutamos de este estupendo potaje de vigilia que preparo para todos.

La base de un potaje de vigilia o Viernes Santo son los garbanzos, el bacalao, las espinacas y el pimentón. Luego cada casa tiene su procedimiento. Cada pueblo su especialidad. Pero, claro está, prohibida la carne que estamos en vigilia. Este que os voy a contar sale muy bueno, modestia aparte.  En la familia hay quien no prueba las espinacas y, sin embargo, rebaña todos los años el plato ;).

Bueno, pues vamos con los ingredientes:

Como en la mayoría de los guisos con legumbres, el punto del potaje consiste en adecuar en tiempo y sabor los distintos ingredientes ya que todos tienen tiempos de cocción diferentes. Empezamos pues por los garbanzos (puestos en agua la tarde anterior) que yo cocino en olla a presión, sin sal, pero con una hojita de laurel y media cebolla. El tiempo depende de la olla y cada cual le tiene tomado el punto a la suya, la mía en la posición más rápida en veinte minutos los tiene listos. Antes de cerrar la olla, hay que acordarse de espumar los garbanzos cuando hiervan. Si no tenemos olla a presión, el tiempo de los garbanzos son un par de horas o dos horas y media a fuego medio.


En una sartén echamos un chorrito de aceite de oliva y sofreímos tres o cuatro ajos enteros y dos rebanadas de pan. Cuando estén dorados, los sacamos y los majamos junto a un cacito de agua de hervir los garbanzos.  Reservamos.



Picamos finamente una cebolla y la sofreímos en la sartén donde acabamos de sacar los ajos y el pan. 


Cuando esté comenzando a dorarse, le añadimos una cucharita colmada de pimentón dulce. Removemos un momento y enseguida, para que no se queme el pimentón que da muy mal sabor, añadimos tres o cuatro cazos del agua de cocer los garbanzos e incorporamos las espinacas picadas previamente. Como yo las compré frescas, las dejé hirviendo unos treinta minutos. Si las compráis congeladas, se espera sólo a que el agua vuelva a hervir porque el tiempo que necesitan lo van a echar junto a los garbanzos y el bacalao.


Añadimos los garbanzos y el bacalao junto con el majado de pan y ajo. Removemos bien y dejamos cocer a fuego medio unos diez minutos para que el pescado se haga. Probamos de sal y, si es necesario, sazonamos al gusto. Yo, aunque tuve en agua el bacalao desalándose 24 horas, cambiando periódicamente el agua, no necesité añadir sal.


Para servirlo, a mi me gusta cocer un par de huevos, picarlos mucho y echarlos en cada plato.




Pues este año, de promesa, lo hago más veces, jeje.

lunes, 14 de abril de 2014

De paseo por la red I: Postres para alérgicos a la leche

Os cuento. Como ya os dije a los que me seguís en facebook (https://www.facebook.com/enplatodeloza), desde hace pocas semanas pertenezco a la Red facilísimo que, resumiendo, es una red de blogueros muy interesante para nosotros por la colaboración y la formación que se obtiene y muy interesante para los no blogueros por la cantidad de contenido que encierra. 

¿Que quieres una receta con bacalao, ahora que estamos en Semana Santa? Pásate y verás. Y lo mismo con fotografías, manualidades, costura y todo lo que se te ocurra.

A lo que vamos, hay una sección curiosa que se llama post colaborativos y en resumen, se trata de escoger en el caso de los blogs de cocina un numero indeterminado de recetas alrededor de un tema y elaborar una entrada citando los blogs elegidos. Es interesante para dar a conocer otros sitios y porque así se obtiene bastante información sobre un tema.

Cuando los conocí enseguida quise hacer uno con un tema que me va a venir muy bien por razones obvias, la alergia de la petarda que tengo en casa. Mi tema es Postres sin leche. Es dificilísimo encontrar postres sin lácteos de ninguna clase o que puedan adaptarse a las leches o mantequillas que sí puede tomar (todas vegetales). Así que pedí ayuda en la red y me han "soplado" todas estas ideas que prometo ir poniendo en práctica y contar como han ido en mi cocina.

Antes de seguir, os cuento que algunas las he omitido porque hay ingredientes que no son fáciles de encontrar sin leche, como el chocolate en tabletas (sólo el cacao en polvo está libre de la leche y existen algunas tabletas que no la contienen o no tienen trazas pero no suelen dar resultado para postres). Además, también me han pasado algunas sin lactosa (con leche o queso sin lactosa) pero tampoco valen porque la alergia de mi hija es a la proteína de la leche y no puede tomar ningún tipo de lácteos.

Me enrollo como una persiana. Aquí van:

Empiezo por tres bizcochos. Me llama la atención que los tres utilizan vegetales.

El más simple un bizcocho de zanahorias que me ha pasado Javier Romero de su blog Cocina Familiar con Javier Romero


También el bizcocho de zanahoria y coco del blog Paprika en la cocina que me produce mucha curiosidad ya que creo que la combinación en un pastel de ambos ingredientes no puede sino traer cosas buenas.



Finalmente el premio al más curioso se lo lleva el blog Mi dulce Bizcocho y lo prepara sin lácteos, ni huevos (dos alergias muy parejas según el pediatra de mi hija) y lo hace con calabacín y chocolate. (http://www.midulcebizcocho.com/2014/01/bizcocho-de-calabacin-y-chocolate.html)


El blog Dulces Sueños me pasó también este Bollo Maimón típico de Salamanca aunque con procedencia árabe, con una pinta tremenda.


Este blog también me recomendó probar dos dulces típicos de Semana Santa en la Comunidad Valenciana. Buñuelos de calabaza (enlace) y Pastisset rellenos de crema de calabaza. Vamos que mi peque se va a poner las botas.

Buñuelos de calabaza 
Pastissets
Gracias también al Blog de Bily recetas por la cantidad de postres que me ha dejado y por que ha hecho que vuelva a proponerme a mi misma la tarea de hacer galletas. Lo he intentado varias veces y no me han terminado de quedar bien. así que le eché la culpa a la leche. Estas me aseguran que salen buenísimas, y si a mi también me salen cuelgo mi resultado en el blog, con su permiso claro. Todos sus dulces sin leche son:








Buenísimo tiene que estar también este Pudin de naranja de Caceloradas  que además nos cuenta que es una fuente de hierro, calcio, fibra y vitamina C.



Y más tradicional esta Compota de manzana del blog Con arte y paciencia.





Finalmente, estos Nevaditos de Cocinando para mis cachorritos me los apunto para Navidad.



Termino con las propias, En este blog, En plato de loza, podéis encontrar los Muffins de naranja, las Torrijas y las Torrijas de chocolate.
Muffins de naranja
Torrijas tradicionales

Torrijas de chocolate




miércoles, 9 de abril de 2014

Torrijas

¿Torrijas tradicionales o de chocolate?

Pulsa aqui si las prefieres de chocolate: torrijas de chocolate.

Torrijas tradicionales


Pues sí, hace unas semanas que estamos en cuaresma y estos días, al menos por aquí por el sur, la llegada de la primavera se está notando con un sol que recuerda más al verano que a la época que estamos. Y en unos días se nos viene encima la Semana Santa y todo su barullo.

Lo que más me gusta de esta semana son, sin lugar a dudas, los olores que me traen un regusto a tradición, a buen tiempo, a salir a la calle, a gastronomía de toda la vida y a cervecita en las terrazas. Si paseas por Sevilla, que en primavera es espectacular para visitarla, no puedes dejar de percibir que sus calles huelen al azahar florecido de todos los naranjos que adornan la ciudad. En casa, en todas las casas, se preparan esos dulces típicos o esos guisos con bacalao que respetan la vigilia. El incienso se deja notar en la tarde, la noche y la madrugada cuando están en la calle las distintas cofradías del día.

Yo soy de las que piensa que la Semana Santa es algo más que una serie de manifestaciones religiosas, más allá de eso, están todas las tradiciones mantenidas a lo largo de los siglos... Y yo, si cierro los ojos y pienso en ella, casi puedo oler sus aromas.

Pues el postre de hoy, que publicaré en dos entradas, porque son dos o casi tres platos, llena de olores de cuaresma la casa y cuando lo preparé hace un par de días no pude menos que pensar en lo que decía antes, en lo bien que huele la Semana Santa. 

Aquí, en ésta, os voy a explicar como hice las torrijas normales, las de vino y miel de toda la vida. Luego en la siguiente entrada os pongo unas que gustan más a los niños, las torrijas de chocolate en sus dos versiones, para alérgicos a la leche y para los que no son alérgicos. Pero bueno, hay que decir, que éstas tampoco llevan entre sus ingredientes la leche así que los intolerantes y los alérgicos están de suerte.

Los ingredientes son:

Vais a ver que sencillitas y qué rapido las preparamos. En un cazo calentamos el vino dulce, con una ramita de canela y unas tiras de piel de naranja que le den un poco de aroma. Hay quien echa más azúcar al vino pero a mi me parece que ya es dulce y que como además después le añadimos miel, al final corremos el riesgo de que nos queden demasiado empalagosas.



Cuando hierva lo sacamos y ponemos en el fuego una sartén con un poco de aceite de oliva virgen extra. Batimos un huevo y realizamos la siguiente operación:
1. Bañamos el pan de las torrijas por el vino aún templado que hemos preparado con la naranja y la canela.
2. Pasamos el pan por el huevo.
3. Freímos la torrija.




Hacemos esta misma operación con todas las rebanadas que queramos hacer. Cuando ya las tengamos fritas las reservamos en un plato y preparamos un almíbar de miel, calentando cuatro cucharadas colmadas de miel que rebajamos con un poco de agua. 

Cuando tengamos ya el almíbar remojamos en el nuestras torrijas y ya las tendremos preparadas.

Dulce típico como el que más, pero con un bocado exquisito. ¿Te animas a prepararlas esta Semana Santa? Si lo haces, recordaras este blog cuando tu casa se llene del olor exquisito a torrijas.



Y aquí con las de chocolate:






Torrijas de chocolate (para alérgicos a la leche y para los que no lo son)

¿Torrijas tradicionales o de chocolate?

Si prefieres las tradicionales pincha aquí: torrijas tradicionales.

Torrijas de chocolate

Las torrijas tradicionales es uno de esos postres de adultos, es decir, aunque los niños sean por naturaleza muy muy golosos, el sabor de las torrijas no les convence para nada. A mi me pasaba de pequeña. No se si será el color, la textura o el sabor del vino, pero no es el postre preferido de ellos. Así que hay que inventarse algo.

Las torrijas siempre me recuerdan a mi madre. A ella le encantan y cuando éramos pequeños le gustaba dedicar una tarde a prepararlas. El problema es que no las comíamos. Como he dicho, no eran santo de nuestra devoción. Así que la mujer, para poder prepararse unas poquitas para ella y pasar su tarde preparando sus torrijas se inventó la forma de que las tomáramos. Era fácil. Añadimos el factor chocolate y un postre gana enteros para un niño, jeje.

Yo aún le he dado una vuelta de tuerca más. Las hago de chocolate sí, pero respetando la alergia de mi hija a la leche. Así que esta entrada va nada menos de unas torrijas de chocolate con leche de soja. Tradicionales al mínimo, jajaja.

Vamos a ello, y os explico también como hacerlas para los no alérgicos. Los ingredientes que usaremos son:


Lo primero que haremos será calentar aproximadamente medio litro de leche (de soja o normal) con dos o tres tiras de piel de naranja y una ramita de canela. He de decir que mi madre le echaba limón en lugar de naranja pero a mi me gusta más el sabor de la naranja que el del limón, así que vosotros elegís que para gustos...



El procedimiento para hacer la torrija será el mismo que el de una torrija normal sólo que prescindiremos del vino y en lugar tendremos la leche con canela. Es decir, lo preparamos de la siguiente manera:
1. Empapamos las rebanadas en la leche con canela y naranja.
2. Pasamos la rebanada por huevo batido.
3. Freímos en aceite de oliva virgen extra.



Una vez fritas, las reservamos y preparamos un chocolate muy denso y azucarado. Para la leche de soja que es más líquida yo utilicé maicena para espesar pero esto no hace falta en la leche normal. Así, yo puse al fuego medio litro de leche de soja con tres cucharadas de azúcar menos un vasito que saqué para desleír el chocolate (cuatro cucharadas y dos cucharadas de maicena). Cuando la leche empezó a hervir le incorporé el preparado y bajé el fuego. Esperé a que volviera a hervir removiendo continuamente porque se pega en el fondo. Cuando hierve el chocolate ya está espeso pero si lo queremos aún más esperamos que se enfríe un poco.


Con la leche normal podemos seguir el mismo procedimiento pero, ya os digo, que la maicena normalmente no hace falta.

Este chocolate se lo echamos por encima a nuestras torrijas y así las tenemos preparadas listas para los niños y, ¿por qué no?  para los adultos también, que a mí me siguen encantando y en casa algún duende "mayor" acabó ayer con ellas, jeje.

Por último, os cuento que si en lugar de chocolate os gusta más unas natillas espesas o un flan, también quedan exquisitas. Probadlas.