viernes, 28 de febrero de 2014

Pan de pueblo casero y desayuno andaluz



Hoy 28 de febrero, día de Andalucía, tenía que preparar algo de aquí, algo que sirviera como un pequeño homenaje a una gastronomía tan rica, a una forma de hacer las cosas y de comerlas que ha sido mi escuela culinaria. Un guiño a esa cocina de mi casa y la de otras tantas que forman de un lado a otro, el sur de España, Andalucía.

Se me ocurrían muchísimos platos y muchísimos ingredientes: el jamón, la gamba, las tagarninas, las espinacas, las fresas, las aceitunas, el aceite, el vino... y echando la vista atras, surgió la idea de esta entrada. un desayuno andaluz. ¿Qué por qué? Os cuento.

Los primeros recuerdos que tengo de este día de Andalucía me hacen rememorar mis tiempos de colegio, ya que en todos los centros se celebra de forma especial. Aunque el 28 de febrero en cuestión es fiesta en toda la comunidad, el día antes suelen organizar actos conmemorativos. Dependiendo de la edad y el curso, se desarrollan distintas actividades, se pintan banderas, se canta el himno, se cuenta la historia, se hacen debates... y a media mañana, en la mayoría de los centros escolares se sirve un desayuno andaluz, que no es otro que rebanadas de pan de pueblo tostado con aceite y azúcar. Una delicia que me recuerda a los días de colegio y un reto, porque yo nunca había hecho pan y, aunque está muy de moda en las redes, también está rodeado de ese halo de alquimia que hace suponer que sea un procedimiento complicadísimo. 

A mi no me lo ha resultado. He acertado a la primera. Sí, tiene cierta preparación y elaboración pero ha quedado genial... con una corteza gruesa y crujiente y una miga densa y esponjosa. Un pan de casa con ingredientes naturales y la única presencia química de la levadura y su proceso de fermentación.

Para hacerlo he estado mirando en internet bastantes blogs y artículos. Ya he comentado que hacer pan está de moda. Y al final, el proceso era en todos bastante similar... Así lo he hecho yo y así lo recomiendo y lo repetiré (en casa ya me han preguntado si lo voy a preparar todos los fines de semana).

Antes de explicar la receta, os comento que este pan lo he preparado con masa madre. En general, como he dicho, el proceso de hacer el pan era bastante parecido en todas las recetas que he visto en internet y en los libros, con una única excepción. Algunos utilizan masa madre y otros no. La ventaja de no utilizarla está clara, ahorramos tiempo y no hay que preparar nada el día o los días anteriores. Ahí es cuando me pregunté cual era la ventaja de usarla y parece ser que el pan sale más aromático y esponjoso, con una textura más sabrosa. Así que me decidí a utilizarla con un poco de miedo ya que no siempre acierto con las masas y a veces me salen verdaderos "churros" así que introducir pasos al proceso da una mayor oportunidad para el equívoco.

Pues nada más lejos, ha sido fácil y como os digo ha quedado genial. La masa madre, os cuento un poquito, es un fermento natural que aprovecha y cultiva los hongos y levaduras naturales que hay en el ambiente y en los cereales. La masa madre propiamente dicha sólo lleva harina y agua y se deja fermentar varios días para que estos hongos se reproduzcan. El pan elaborado con ella se llama pan natural o sin levadura. Para acelerar el proceso, tal y como lo he hecho yo, a la harina y el agua le añadimos levadura fresca de panadería y así obtenemos una masa madre en una sola noche.

Vale, vale ya voy con la receta. Sólo una cosa más. ¿Sabéis lo que ha sido una buena idea? Pues el pan lo he hecho con la peque. Con tres añitos y medio, no os imagináis como lo ha pasado amasando su trocito de masa y la ilusión tan especial con la que se ha comido el bollito que ella misma había preparado. Nos hemos divertido todos aunque, eso sí, absteneos los fanáticos de la limpieza y el orden que una niña de tres años con harina y un rodillo no es compatible con una cocina impoluta. Pero ¿quién se lo pierde? Que recoger luego es fácil.

Ahora sí, vamos con los ingredientes:

Pues el primer paso que hay que dar es elaborar la masa madre. Esto hay que hacerlo la noche anterior ya que hay que dejarla fermentando. 

El procedimiento es fácil. Hay que desleír la levadura fresca en el agua y cuando la tengamos totalmente disuelta, incorporarla a la harina y remover para que todo quede bien ligado. Seguidamente la ponemos en un recipiente de cristal, lo tapamos con film y la metemos en el frigorífico a reposar toda la noche, como os he dicho. 

Por la mañana comprobaremos que el preparado ha subido de volumen y que presenta unas pompas de aire producidas por la fermentación de la levadura. Eso es nuestra masa madre.
Para hacer el pan, volvemos a desleír los 10 gramos de levadura que nos han sobrado en el agua caliente y se lo incorporamos junto a la harina, la sal y la masa madre. Unimos con una cuchara de madera y amasamos el preparado. Está un poco pegajoso pero a medida que vamos amasando, va cogiendo más consistencia hasta despegarse con facilidad de los dedos. Cuando esto ocurra es el momento de parar de amasar y de tomarse un receso.

Cogemos esta masa que ya no se pega, la metemos en un bol engrasado con aceite de oliva, lo tapamos con papel film, y esperamos a que doble su tamaño (de media hora a una hora, más o menos). Yo la dejé un poco más y la masa luchó contra el papel film, jeje.
En este momento sacamos la masa y la extendemos en una superficie plana enharinada. Amasamos con un rodillo para eliminar el aire y hacemos "el bollo", es decir, lo que será nuestra hogaza de pan. Una pelota aplastadita, vamos. En la superficie le hacemos unas marcas o dibujos para que nos quede "más pan", más bonito y le echamos harina.

Falta hornear, proceso que también tiene su "truquito". 

Para que quede la corteza bien dura y crujiente, durante todo el proceso de horneado, se debe vaporizar el horno. Para ello ponemos la bandeja del horno con agua en la parte inferior del mismo y la masa la pondremos sobre una rejilla y para que no se escurra o marque las varillas en nuestra masa, le pondremos papel de hornear. Es decir, en el fondo del horno estará la bandeja con el agua (cualquier recipiente con agua nos valdría también). En la parte media del horno colocamos la rejilla, el papel de hornear y encima la masa.

El horno estará precalentado a 250º de temperatura y la masa la dejaremos así durante 15 minutos y luego bajaremos la temperatura a 200º y dejaremos cocer durante unos 40 minutos sin abrir el horno. 

Listo. Y tenemos nuestro pan calentito y recién hecho. Natural y sabroso. Me ha salido una hogaza preciosa y a mi peque un bollito riquísimo. Nosotros lo hemos desayunado y lo hemos tomado en el almuerzo. Que por cierto os lo recomiendo con carne o pescado al carbón, eso si qué es maridaje.



Pues a disfrutar de nuestro desayuno andaluz. El mismo día o al día siguiente, cortamos una rebanada y la tostamos. Le echamos un chorreoncito generoso de aceite y espolvoreamos con azúcar.  Ya veréis, que se quiten los desayunos continentales que donde se pone una buena "tostá"...

Y si no sois muy amantes del azúcar, a la rebanada tostada le podéis refregar un ajito y echarle después el aceite, que también está buenísimo. Aunque esta versión se suele tomar más en el almuerzo.




En fin, feliz día de Andalucía a los que seáis o estéis por aquí y al resto, animaos a hacer pan casero que es una de esas cosas que una disfruta haciendo. Yo repito seguro y ya se me ocurrirán añadidos...




miércoles, 19 de febrero de 2014

Atún con tomate



Ya os lo había comentado, ¡qué me gusta un sábado de mercado! Te vas y ves todo el género, fresco, recién cogido... variedad y calidad. Vas planificando el menú para toda la semana e incluso para llenar los cajones del congelador. Y luego una cervecita con tapa en el bar del mercado, con una carta del día, cocinada con el género recién llegado a la plaza a primeras horas de la mañana. Después un café y has echado la jornada y vuelves lista para el delantal. Que a quién no le guste la cocina se llevará las manos a la cabeza, pero yo me vuelvo contenta.

Pues ese fue mi plan del sábado y además en el Mercado del Carmen, en Huelva, mi preferido, y con visita a la familia que ahora, con el peque tan pequeñito, nos resulta muy difícil hacerlo a menudo. Así que muy bien, que me he traído cositas que os iré enseñando los próximos días. Como este atún.

Cuando vas al mercado, aunque lleves ideas preconcebidas, siempre tienes que ir un poco abierto a lo que te va a ofrecer y eso es otra de las cosas que me encanta de comprar allí. Lo que quiero decir es que, según el día que vayas, hay más de unas cosas que de otras, según lo que ha llegado a la lonja. Sobre todo en el pescado. Si piensas comprar sardinas, por ejemplo, de repente ves que todos los puestos tienen mejores caballas y a mejor precio y sobre la marcha cambias el menú.

Otra cosa que hay que valorar es la hora a la que irás a comprar. Si sabemos que queremos hacer y vamos buscando una cosa concreta, lo mejor es ir a primera hora que seguro que encuentras más fácil lo que buscas, siempre hay algún puesto que lo tiene. Por otra parte, si vas a última hora, justo cuando empiezan a recoger, puedes encontrar verdaderos chollos ya que los puestos van "soltando" el género que no quieren volver a meter en los frigoríficos y si vas un sábado, todavía más porque hay cosas que no podrán volver a exponer después del fin de semana, así que al final del día rebajan los precios, o te ofrecen más cantidad... "venga, que ya lo tengo a 10 euros", "llévate lo que queda y te lo cobro como un kilo"... Muy a tener en cuenta, de verdad.

Pues este fin de semana, el protagonista de la plaza era el atún. Daba gusto ver los lomos cortados a lo largo o a lo ancho pero rojos, rojos, con un brillo y un brío propios del buen pescado. Y cuando hay mucho que ofrecer, se ofrece a mejor precio. Sin infravalorar la mercancía, claro.

Pues uno de esos lomos ha acabado en mi frigorífico. La idea era usarlo como plato principal un día y el sobrante para una cena, ya os iré contando. Hoy vamos al atún con tomate, muy típico también en las casas onubenses que merece la pena probar.

En general, el secreto de este plato es elaborar un buen tomate. Yo os voy a contar como lo hago yo, que cada maestrillo tiene su forma y cada cual tiene su manera, pero os invito a probarlo, veréis que está bueno. Vale, hay en el mercado tanto tomate frito ya o triturado, que nos ahorra el trabajo que ¿quién se pone? Pues yo lo recomiendo cien por cien, que el sabor es otro, de verdad. Y ya si lo vamos a hacer una sola vez, mejor en verano entonces, cuando los tomates están de verdad rojos y sabrosos. Um, que bueno.

Por cierto, que el tomate que compré venía de aquí al lado, era de los Palacios. El vendedor me alababa sus propiedades, que son muchas y, las cosas como son, están muy buenos. Y ya cuando le dijimos que vivíamos aquí, en Dos Hermanas, entendió que no hacía falta la publicidad. En general, toda la fruta en Los Palacios es buena pero los tomates tienen una calidad extra. En verano, que es el tiempo, suelo ir a comprarlos a las cooperativas que hay (del agricultor a casa) y es un placer probarlos, saben a tomate de verdad, jugoso... de esos que cada vez es más difícil encontrar.

Vamos ya con los ingredientes:


  • 6 ó 7 tomates rojos. Como vamos a elaborar nosotros el tomate y como el pescado es lo último que se echa, podemos hacer más tomate si queremos para utilizarlo en otros platos ya que la base será la misma y podemos guardarlo durante unos días, hacer conservas o congelarlo.
  • Un pimiento verde.
  • Una cebolla fresca (o dos, si son tan pequeñitas como las que yo tenía).
  • Un par de dientes de ajo.
  • 6 granos de pimienta negra.
  • Una hoja de laurel.
  • Una cucharada colmada de comino en grano.
  • Una pizca de azúcar.
  • Caldo vegetal.
  • Aceite.
  • 750 gr de atún cortado en dados.
Vamos a hacer el tomate. Lo primero que haremos es quitarle la piel y triturarlo. Habrá quién me dirá que la piel tiene las vitaminas o que no hace falta... A mi no me gusta encontrarme la piel en la comida y ya que nos ponemos, vamos a hacerlo bien. Yo suelo rallar el tomate así me quito el problema de la piel y me queda trituradito. Otra idea es escaldarlos en agua hirviendo lo que nos permitirá pelarlos fácilmente y, al picarlos, quedará también bastante triturado. Y si no, pues una batidora o thermomix. Las cosa es dejarlo triturado.


Una vez que tenemos el tomate, hacemos un sofrito con la cebolla picadita, el pimiento picado, y el ajo picado. Le echamos además los granos de pimienta y la hoja de laurel.

Cuando este todo pochadito, le añadimos el tomate con los cominos. Esta especia le da al tomate un sabor realmente bueno... probadlo, pero antes aseguraos de tener pan para mojar, y ya me contáis.
Además, en este paso le echamos la sal o el cubito de caldo vegetal y una pizca de azúcar para contrarestar el ácido del tomate. Dejamos hervir a fuego medio unos 10 minutos.


Esta base de tomate, como dije al principio sale muy buena para este y para otro platos (huevos a la flamenca, pasta bolognesa, albóndigas...). Y, como sugerencia, os aconsejo añadir tomillo si la vamos a utilizar en carnes para mejorar el resultado o también, los preparados con sabor barbacoa que venden en supermercados, para la salsa bolognesa. Por otra parte, a mi me gusta así, pero si preferís que la salsa de tomate sea más uniforme podéis pasarla por un chino o batirla para evitar los trozos de cebolla o pimiento (sobre todo para los niños que suelen quejarse más).

Vamos con el atún, que es nuestro protagonista y lo tenemos olvidado. Para que esté sabroso por dentro y no tan "sequerón" antes de añadirlo a la salsa de tomate hay que pasarlo y sellarlo un poco por el fuego. Así que lo que hacemos es sacar el tomate de la sartén, echar un poco de aceite de oliva virgen extra, y añadimos el atún removiendo durante unos pocos segundos, lo suficiente para que el aspecto exterior del atún haya cambiado de color pero que no esté dorado. Cuando lo tengamos así, le añadimos el tomate, bajamos el fuego y lo dejamos hervir unos 10 minutos. El pescado tiene poca cocción, aunque el atún es de los que más tiempo requiere.



Ya me contaréis. Además, es un pescado que podemos comer sin miedo a las espinas y por lo tanto, podemos servir a los niños y con la seguridad que mojar en el tomate les va a encantar.












jueves, 13 de febrero de 2014

Desayuno de San Valentín


Pues no hay dos sin tres. Este año como que me he dejado imbuir del espíritu del tío este cursi que nos visita todos los 14 de febrero. Ya estoy harta de corazoncitos y cosas teñidas de rojo, que no me gusta, y que no lo digo más veces, vaya.

En fin, la verdad es que es una fecha que da "mucho juego" gastronómicamente hablando. Se hacen unas cosas monísimas y te esmeras un poquito en la cocina para que todo salga riquísimo. Y lo mejor que lo disfrutas tú y tu "churri", que es la persona que más quieres ¿o no?. Pero vamos, que soy más partidaria de hacer un San Valentín anual y, al menos siempre que se pueda, intentar hacer algo especial juntos, aunque sea dar un paseo por la playa, ir el campo o donde más te guste.

Después de crear el menú para una cenita romántica, con plato fuerte (Solomillo a los tres pimientos) y postre (Tarta de galletas y dos chocolates o bien Verrine de chocolate blanco y fresas), se me ocurrió que San Valentín era todo el día y que si quieres que algo salga bien, hay que hacerlo bien desde el principio. ¿Por qué no por un día nos levantamos unos minutos antes y preparamos un desayuno como Dios manda que haga que nuestra pareja no deje de pensar en tí todo el día?

Pues, a por él/ella... ¿Le gustará estas tartaletas de chocolate blanco y fresas? (Sí, sigo aprovechando la ganache que preparamos para la tarta, pero ya se ha acabado así que os podéis hacer una idea más o menos de lo que sale). 

Aunque perfectamente podemos hacer las tartaletas con la masa de empanadillas o de hojaldre que venden, yo preferí hacerlas a mano y para ello quería aprovechar la masa de empanadillas que hacía mi madre. El problema es que cuando le pregunté las cantidades las echaba a ojo, así que investigando por internet, había una muy parecida en Blogosfera thermomix y aproveché sus cifras. Como quedó bien y parecidas a las de mi madre pues reproduzco aquí las mismas.

Necesitamos:

  • 90 gr de aceite de oliva
  • 100 gr de agua
  • 35 gr vino blanco
  • 1/2 cucharadita de sal
  • 350 gr de harina
Yo lo hice sin thermomix de la siguiente manera. En un bol eché la harina y con las manos hice un hueco en el  centro, donde eché la sal, el aceite y el vino blanco. Amasé bien y luego poco a poco le fui incorporando el agua. Hasta obtener la masa final.

En thermomix, el blog mezcla antes los ingredientes líquidos con la sal (30 segundos, velocidad 4) y luego añade la harina y la mezcla en dos partes. Primero pone 10 segundos a velocidad 6 y luego baja lo que haya quedado en las paredes y le da otros 4 segundos.

Luego, extenderemos la masa en una superficie enharinada. El sobrante de esta masa se puede congelar y utilizarla luego para empanadillas tanto dulces como saladas.



Los huevos y el azúcar se utilizan al final, para pintar la tartaleta y espolvorear el azúcar, consiguiendo un tono dorado y un sabor dulce. Las podemos freír pero para que tuviesen menos grasa yo las metí unos 20 minutos en el horno a 180 grados.

Para la forma de corazón, utilicé dos moldes concéntricos con esta forma. Con el más grande corté dos porciones y una de ellas la vacié cortando en el centro con el molde más pequeño. Luego la puse encima de la que no estaba cortada y así conseguí la tartaleta. 



Finalmente, el relleno puede ser el que más os guste. Si es salado, no emplead el azúcar al hornear la tartaleta. Yo como he dicho, utilicé la ganache de chocolate blanco de la receta anterior (Tarta de galletas y dos chocolates o bien Verrine de chocolate blanco y fresas) que os resumo: calienta un brick de 200 ml de nata para montar hasta que hierva y viértelo sobre una tableta de chocolate blanco para postres que hemos cortado en onzas previamente. Remueve hasta que el chocolate esté completamente derretido y deja enfriar unas horas en el frigorífico. Monta la mezcla como montarías la nata sola. Y ya lo tienes listo.

Para las tartaletas, al chocolate le añadí fresas que hacen "un maridaje" perfecto, casi casi, como el de la nata. 




En fin, que pese a lo que pese, que seáis muy felices mañana y que cuidéis a la pareja todo el año que al fin y al cabo tiene mucho que ver con vuestra felicidad.

martes, 11 de febrero de 2014

Tarta de galletas y dos chocolates versus Verrine de fresas y chocolate blanco

¿Cual te apetece?

Tarta de galletas y dos chocolates


Verrine de chocolate blanco y fresas

Pues sí, estamos de saldo y ofrecemos un dos por uno en el blog. Me han dado un premio y me he venido arriba, jaja. ¿Por qué dos postres en una sola entrada? Porque si ya dije que no me gustaba San Valentín, ahí llevo dos tazas, jaja. En fin, ya que buscamos una cena romántica había que hacerla completa y quería proponer un postrecito para acompañar a nuestro Solomillo a los tres pimientos en San Valentín, algo bueno y delicado, rico pero fácil de hacer y empecé a pensar. 

Lo primero que busqué fueron los ingredientes que debería llevar un postre romántico. Algunos, evidentes, me salieron enseguida: chocolate, nata y fresas. La combinación de colores blanca y roja me pareció muy bonita para el evento que nos ocupa y por tanto elegí chocolate blanco para las fresas. 

Luego pensé que mi postre de "En plato de loza" por San Valentín, debería ser un postre tradicional, algo que hayamos visto en casa siempre, algo que gustase a todo el mundo y, aunque hay postres caseros que ahora están muy de moda, ese que hemos hecho todos y que nos ha gustado siempre, de alguna u otra manera, es la tarta de galletas. Sí, esa en la que untamos chocolate, crema pastelera o mantequilla en galletas María y que se ha hecho siempre en casa con muy buen resultado.

Pues con todos estos elementos, el resultado se duplicó porque además, sobró crema y había que emplearla así que aquí tenemos nuestra Tarta de galletas y dos chocolates y nuestra Verrine de fresas y chocolate blanco.

¿Cuál es el elemento común? Pues las galletas por una parte y la crema por otra. La crema que llevan ambos es una ganache de chocolate blanco. Es la primera vez que la hacía y busqué la receta por internet en varios blogs. En thermomix o casera, la receta básica era la mezcla en proporciones más o menos variadas de nata de montar con chocolate (dependiendo de la grasa y la presencia que queríamos darle al chocolate en el resultado final). Así lo hice yo.

RECETA DE GANACHE DE CHOCOLATE BLANCO

Ingredientes:
  • Una tableta de chocolate blanco para postres.
  • Un brick de nata de montar de 200 ml.
Ponemos a calentar la nata hasta que hierva. Hay que estar muy pendientes porque si la nata se lleva tiempo hirviendo puede quemarse y da mal sabor.

Mientras está en el fuego, rompemos el chocolate en onzas para que luego sea más fácil que se derrita y lo echamos en un bol. Cuando la nata hierva, la vertemos encima del chocolate y removemos para que éste se derrita por completo. A mi me ligaron los dos elementos sin ningún problema pero, si no consiguiéramos desleír el chocolate por completo, podríamos meterlo unos segundos en el microondas o calentar la mezcla al baño maría.


Dejamos enfriar un poco y metemos en el frigorífico unas cuatro o cinco horas. Batimos luego con una batidora de varillas o en la thermomix hasta montar la nata y ya tenemos preparada nuestra ganache.

COBERTURA DE CHOCOLATE NEGRO

Para la cobertura de chocolate negro de la tarta de galletas utilicé la misma cantidad de ingredientes que en la ganache de chocolate blanco, es decir:
  • Una tableta de chocolate negro para postres.
  • Un brick de nata de 200 ml.
Hice lo mismo. Calenté la nata y con ella derretí el chocolate que previamente había desmenuzado en onzas. Dejé enfriar y se quedó cuajado por lo que antes de utilizarlo como cobertura lo metí unos segundos al microondas y con esta mezcla rocié mi tarta de galletas.


¿Qué postre os ha gustado más¿ ¿Por cual empezamos? Vamos con la tarta.

TARTA DE GALLETAS Y DOS CHOCOLATES



 Ingredientes:


  • Un paquete de galletas María.
  • Un cuenquito de leche.
  • La ganache de chocolate blanco.
  • La cobertura de chocolate negro.
El montaje es el tradicional para este tipo de tartas. Se trata de ir mojando cada galleta en leche y, posteriormente, untarla en la ganache de chocolate blanco uniendo las galletas por la parte con crema.

Cuando tenemos "el rulo" hecho, lo cubrimos con chocolate negro y lo metemos en el congelador, si queremos una tarta helada, o en el frigorífico unas dos horas para que coja consistencia. A mi me quedó la cobertura un poco "transparente" así que una vez fría, le volví a dar una segunda capa.

Para que el corte quede bonito, cortaremos la tarta de forma transversal, como se hace con el fuet, la caña de lomo u otros embutidos. De esta forma, el corte nos mostrará las capitas de galleta y chocolate y la porción será mas vistosa. ¿Os parece propio de vuestra cena de San Valentín?




Esta siendo una entrada larga ¿eh? Pero es lo que tiene el dos por uno. Como os conté, después de hacer la tarta me sobró bastante ganaché de chocolate blanco, así que preparé mi Verrine de chocolate blanco y fresas.

VERRINE DE CHOCOLATE BLANCO Y FRESAS


INGREDIENTES
  • 7 galletas María.
  • Una cucharada de mantequilla.
  • Tres fresones (de Huelva que hay que hacer patria y son los mejores).
  • Ganaché blanco.
Verrine es una palabra francesa que significa tarro. La verrines, muy de moda en aquel país y aquí cada vez más, son vasitos o recipientes transparentes donde se mezclan ingredientes dulces o salados, texturas y sabores por capas, creando unas mezclas muy llamativas y atractivas a nivel visual y exquisitas dependiendo de la pericia del cocinero al mezclar ingredientes. La verrine siempre se come con cucharilla a modo de yoghurt.

Esta es mi primera verrine y puedo contar que lo más complicado es que hay que ser muy delicado a la hora de poner cada capa, para no manchar demasiado el vaso (arruinaría la composición visual) y que no se mezclen entre ellas. 

La verrine de fresas con chocolate blanco la hice así:

Primero trituré las galletas mezclándolas con la cucharada de mantequilla para que quedaran más amalgamadas. Yo lo hice en la termomix pero podríamos utilizar cualquier batidora o majar las galletas y mezclarlas con la mantequilla. Luego, dentro del vasito, dispuse los ingredientes de la siguiente forma:
  • Una capa de la mezcla de galletas.
  • Una capa de la ganache de chocolate blanco.
  • Una capa de fresas cortadas en láminas.
  • Una capa de la mezcla de galletas.
  • Una capa de la ganache de chocolate blanco.
  • Una capa de fresas picaditas.
El resultado final es muy bonito a nivel estético y exquisito para el paladar. Muy bueno y apropiado para nuestra cena.


No os quejaréis, dos propuestas a falta de una... ¿por cual os vais a decidir?





Mi premio Conóceme



Hoy no traigo receta. Bueno, si los peques me dejan algo de tiempo igual subo alguna después. Hoy os cuento que estoy muy contenta porque por primera vez le han dado un premio a mi blog y eso me ha encantado. Vamos a ver, es un premio "en cadena" que dan los bloguers a blogs que están empezando o con pocos seguidores para darlos a conocer. De ahí el nombre del premio. Pero me ha encantado que alguien, en este caso el blog El sabor de los lugares (http://elsabordeloslugares.blogspot.com.es),  se acordara de En plato de Loza. 

La mecánica ahora consiste en que yo tengo que responder unas preguntas que El sabor de los lugares ha dejado en su página y luego elegir 11 blogs de menos 200 seguidores y dejarles un comentario para que hagan lo mismo y sigamos dando a conocer otras páginas. Ellos tendrán que responder mis preguntas en su blog. Y poner esta imagen en un lateral de su blog.


Así que comienzo. 

Pasó 1. Respondo las preguntas de El sabor de los lugares

1. ¿Cómo te surgió la idea de crear un blog?
Llevaba tiempo  queriendo recopilar las recetas de casa en un cuaderno. Pensé en internet y me pareció una buena idea compartirlas y poder vincular mi afición gastronómica a la de mi marido (la fotografía).

2. ¿Dulce o salado?
Soy más de cocinar salado pero lo dulce me pierde.

3. ¿Te gustaría dedicarte profesionalmente a la cocina?
Mi profesión, que me encanta, es otra pero sería buena idea poder combinarlas.

4. ¿Cocina tradicional o innovadora?
Tradicional. Aunque me gusta probar cosas nuevas.

5. ¿Cuál es tu plato preferido para comer?
¿Sólo uno? Los caracoles, pero me cuesta no mencionar tantos otros.

6. ¿Qué plato te gusta más cocinar?
No tengo una preferencia clara por ninguno. Depende del momento. 

7. ¿Cuál es el cocinero al que más admira?
Pues no conozco sus nombres pero en mi ciudad hay un par de bares y restaurantes de esos que dices vaya mano tiene el/la de la cocina y a mí me gustan por su capacidad de conseguir sabores auténticos en la comida tradicional.

8. ¿Cuánto tiempo dedicas a tu blog?
Ratos libres. Todo lo que puedo. Es un hobby así que, en cuanto me dejan las obligaciones, me pongo con él.

9. ¿Tienes planificadas las recetas de tu blog o improvisas?
Improviso. Aunque busco recetas de toda la vida y recetas que gustan en casa. No publico nada que no pruebo, que nos gusta y que repetimos.

10. ¿Cuál es tu ingrediente favorito?
El culantro. Da un sabor muy especial, aunque no se le puede echar a todo y no le gusta a todo el mundo.

11, ¿Qué receta de tu blog nos anima a hacer a todos?
Las alitas de la tata Juana para diario y el Solomillo a los tres pimientos para una ocasión más especial.

Paso 2. Elijo mis 11 blogs.


Pasó 3. Dejo mis preguntas para estos blogs.

1. ¿Por qué un blog de cocina?
2. ¿Que tipo de cocina podemos encontrar en tu blog?
3. ¿Cocina tradicional o de vanguardia?
4. ¿Dulce o salado?
5. ¿Qué cocineros sigues?
6. ¿Quién te enseñó a cocinar?
7. ¿Qué crees tú que debe contener un blog de cocina para que resulte atractivo y útil?
8. ¿Qué plato recomiendas de tu blog?
9. ¿Cual es el ingrediente que prefieres para trabajar?
10. ¿Te gustaría dedicarte profesionalmente a la cocina?
11. Recomiéndanos un restaurante o un lugar para ir a comer.

Bueno, pues ya sólo me queda volver a dar las gracias y publicar un comentario en sus muros.

jueves, 6 de febrero de 2014

Espinacas con garbanzos


Hoy tocaba en casa otro de esos platos de toda la vida, de los que has visto en casa de tus padres y se han transmitido durante generaciones. Un plato típico andaluz de cuchareo pero también una tapa estrella de muchos bares típicos, de Sevilla sobre todo. Al menos que yo conozca... ¿En vuestras ciudades también las ponen en los bares? En Huelva no las he visto tanto, sin embargo en Sevilla es muy típico la platea de barro con las espinacas con garbanzos. De hecho, si estás de por el centro, aprovecha y visita El Rinconcillo, en la plaza de los Terceros, una bar-taberna centenario con mucho encanto, donde las ponen exquisitas. Y ya que estás, si hace calor que no es difícil, das la vuelta al edificio y pides una cerveza en El Tremendo, fresquita, fresquita, es uno de los lugares donde mejor la tiran.

Volvamos a las espinacas.

Esta mañana, pensando en todo esto, decidí conocer un poco más de este plato y, claro, acudí a "san google" para documentarme y os cuento algunas curiosidades. Por lo visto, no se sabe muy bien de donde vienen las espinacas pero sí parece que fueron los árabes quiénes las introdujeron en la península. Parece que este guiso de espinacas con garbanzos empezó a cocinarse precisamente de la época andalusí y lo que sí está claro es que lo inventaron la gente del campo que necesitaban algo nutritivo pero no muy pesado para alimentarse durante la jornada.

De hecho es un plato muy muy sano, la combinación de la verdura y las legumbres apenas aporta grasas y no engorda demasiado (eso sí, si no nos pasamos con el pan) y es una fuente importante de minerales y vitaminas. Además, el hecho de llevar cominos disminuye los gases que producen los garbanzos. Esto último no lo sabía y me ha llamado mucho la atención que esta especie sirva para eso además de proporcionar ese sabor final característico.

Bueno, ¿os he convencido con tantas bondades? Pues vamos a ponernos manos a la obra. Este guiso es bastante fácil de elaborar y sólo tiene dos momentos complicados. Por una parte, hay que calcular bien la cantidad de vinagre que ponemos, porque si nos pasamos arruinaremos el plato y si nos quedamos cortos el resultado final es bastante insulso. Por otra, la cantidad de comino también es importante y va al gusto del consumidor. A mi me gusta el sabor que le da y suelo añadir bastante pero también hay personas que rechazan el sabor especiado en la comida.

Pues vamos allá, que además es un plato barato ya que necesitamos:

Bueno, a decir verdad, los garbanzos, si os gustan, pueden ser de bote y os ahorraréis cocerlos pero es que a mí me gusta más hacerlos yo. Empezamos con ellos, los ponemos a cocer en agua, más solos que la una, hasta que estén blanditos. Yo utilizo la olla express rápida que funciona muy bien para tal uso, pero como queráis. 

Cuando ya los tengamos, cocidos o de bote, en otra cacerola ponemos también a cocer  las espinacas con un puñadito de sal y un poco de aceite de oliva para que se potencie el color verde de estas verduras. Las mantendremos en el fuego hirviendo unos 20 minutos si son frescas y unos 5 ó 10 minutos si son congeladas. Antes de seguir, cortamos las hojas con unas tijeras de cocina para que el bocado sea más fácil a la hora de comerlas. 

En una sartén aparte echamos un poco de aceite y sofreímos las rebanadas de pan junto con tres ajos, Cuando estén dorados los sacamos y hacemos un majado con el comino, el pan, los tres dientes de ajo, sal y un poco de vinagre (al gusto pero con cuidado que ya digo que igual de malo es pasarse que no llegar). Una vez que tengamos la mezcla bien majada la diluimos en un poco de caldo de cocer las espinacas y reservamos.


En la misma sartén, doramos los tres dientes de ajo muy picados y le echamos una cucharada de pimentón dulce. Removemos rápidamente y retiramos del fuego ya que si el pimentón se quema da mal sabor.


Es hora de combinar todos los elementos. Retiramos el posible exceso de agua de las espinacas ya que no vamos a cocer durante mucho tiempo y este es un plato que no gusta con demasiado caldo. Le añadimos los garbanzos y dejamos cocer unos dos o tres minutos removiendo.


Le añadimos los ajos sofritos junto al pimentón y removemos de nuevo unos minutos para mezclar bien los elementos. Finalmente le incorporamos el majado y dejamos cocer cinco minutos para que todo el guiso coja el sabor.


Ya tenemos nuestras espinacas con garbanzos preparadas. Queda decidir si las degustaremos como plato único o bien como tapa, al estilo de los bares sevillanos. Como sugerencia de presentación, hay sitios donde se acompaña de uno o dos triángulos de pan frito o bien, en otros lugares se le pica por encima un poco de huevo duro. 

Con atrezzo o solas, estas espinacas con garbanzos es otro de esos guisos caseros que nos encanta y que además nos convence por su valor nutritivo. Incorporarlo al menú habitual de casa es una muy buena idea ¿No os parece?