miércoles, 26 de marzo de 2014

Pollo al curry


Este es uno de mis platos favoritos. Lo llevo haciendo desde hace tanto que ni me acuerdo. Desde adolescente, desde que comencé a encender los fuegos de la cocina, por aquel entonces de mi madre. Y sigue encantándome. Lo único que le he cambiado a esta receta es la guarnición, antes la hacía con arroz y ahora le preparo un cuscús que le da mucho más realce al sabor del curry. 

A priori me encanta el gustillo resultante de la combinación de los dos ingredientes, pollo y curry, y lo he pedido en muchos restaurantes, pero nunca he encontrado ninguno donde los pongan como lo hago yo. Y, sinceramente, a mí me gusta más así... El secreto está en la nata.

Pero lo mejor de lo mejor, es que es otra de esas recetas sencillísimas que preparas en un santiamén y que trae a tu casa sabores distintos, comida más de "domingo", platos con los que sentarse contento a la mesa... Y antes de seguir, tengo que añadir que el resultado no es nada picante, que el curry tiene mucha fama de eso, sino más bien un sabor especiado que recuerda a la comida andalusí, marroquí o india. Pero muy suave y muy redondo.

En poco más de media horita (lo que cuece el pollo) lo tenemos listo.

Estos son los pocos ingredientes que necesitamos.

El pollo lo troceamos, si no lo hemos comprado ya troceado y lo salpimentamos. Hay que ver que no haya piezas demasiado grandes, como los muslos enteros, porque luego quedan poco hechas y el pollo si no está en su punto no es nada apetecible. Las presas no tienen porque ser tan pequeñas como cuando hacemos pollo frito, más bien de un tamaño mediano, pero como ya he dicho, tampoco gustan las presas grandes.

Ponemos a calentar en una sartén una nuez de mantequilla con una cucharadita de aceite de oliva. Cuando la mantequilla se derrita echamos los trozos de pollo hasta que estén doraditos.



Mientras vamos cortando la cebolla. Con la mitad de una cebolla fresca de tamaño normal es suficiente, incluso algo menos. La echamos a la sartén cuando las presas estén doradas y esperamos unos cuatro o cinco minutos a que la cebolla se sofría, sin parar de remover para que no se queme. Entonces le echamos una cucharadita de harina que nos espesará al final la salsa.


Una vez que le añadimos la harina removemos apenas un minuto y le incorporamos el curry y el caldo de pollo, procurando que más o menos lo cubra.


Dejamos que hierva durante una media hora y comprobamos que el pollo esté tierno (pinchando con un tenedor o intentando partirlo). Si no está tierno lo dejamos unos minutos más. Si lo está le añadimos un brick de 200 ml de nata de cocinar (la de montar tiene más grasa y no es necesario en este plato). Dejamos que hierva y removemos unos minutos (5 minutos aproximadamente) y ya tenemos listo nuestro plato de pollo al curry.


El cuscus le hace un acompañamiento perfecto al plato. Es la guarnición que mejor le queda. Yo lo preparo según las instrucciones del fabricante y lo sirvo aparte para que cada uno se aparte lo que quiera. Me encanta además el sabor que le da la salsa de curry.




Como ya he dicho en mi casa es uno de los habituales. Pruébalo y me cuentas.


miércoles, 19 de marzo de 2014

Risotto de gorgonzola y peras (y su versión sin queso para alérgicos a la leche)

Risotto de gorgonzola y peras

Risotto de peras y bacon

A mi me pasa a veces que leyendo y buscando nuevas recetas, de repente encuentras una que sólo al leer el título crees imaginar el sabor y decides hacerla de inmediato. Eso lo tienes que probar. Pues más o menos me pasó con este risotto. Estaba mirando por internet y me topé con él y casi visualicé la combinación de sabores del queso, dulce y ligeramente picante, y del dulzor suave de la pera...

Después mirando, son muchos los blogs y páginas que lo han incluido en su repertorio (Directo al paladar, Les receptes de Miquel,  Mis thermorecetas...) y todas, con o sin thermomix tienen una elaboración muy similar. Cambian apenas las cantidades, no el proceso. Así que pensé que si tantos blogueros estaban de acuerdo, este plato había que probarlo y, si estaba tan bueno como me esperaba, compartirlo. Y estamos en ello.

Sólo había un escollo que salvar y era la alergia de mi peque a la leche. Para ella el queso, que si iba a emplear para nosotros, había que evitarlo. Tenía que buscar una versión paralela y prefería conservar la pera que ella le gusta. Pues Directo al paladar me dio la idea, ellos tienen una receta de un sandwich de gorgonzola, bacon y pera, así que pensé eliminar en mi risotto el queso pero incluir el bacon para darle esa combinación de salado y dulce que buscaba. 

Ya estaba decidido el menú. Y, claro, si está aquí es porque no defraudó. Un arroz cremosito, muy suave, con el recuerdo del queso en el paladar mezclado con el delicado sabor de la pera. Pues eso, que como seguro que repetiremos, lo comparto aquí a ver que os parece a vosotros. Y es que además, fácil, fácil y rápido incluso. En media horita lo tenemos listo.

Mirad que ingredientes. Lo más raro es el queso y se encuentra en las estanterías de cualquier súper.


A ver, como he dicho, tenemos dos risottos: Risotto de gorgonzola y peras y Risotto de peras y bacon. Para ambos, comenzamos igual y sólo cuando echemos el queso, dividiremos los procesos. Yo os voy contando. El principio, por tanto es el mismo.

Pues, como es habitual, empezamos por la cebolla que picamos finita y salteamos en la sartén con un poquito de mantequilla. Yo usé la mantequilla vegetal, como ya he dicho, por el tema de la alergia. Además, para evitar que la mantequilla se queme podemos añadir una cucharadita de aceite de oliva. La cebolla tenemos que sofreírla hasta que esté blandita pero que no empiece a dorarse ya que daría mal color y mal sabor al plato.
Ponemos también agua en el fuego y le echamos una pastilla de caldo de pollo (si no tenemos caldo natural echo) o podemos usar directamente uno de brick. La cosa es que hay que calentarlo para echarlo hirviendo al arroz y no cortar su ebullición.

Una vez tengamos así la cebolla, añadimos el arroz y removemos unos minutos para que éste suelte el almidón. Lo mantendremos así hasta que el corazón del arroz se vea blanco y el resto del grano esté transparente. Esa es la señal de que el arroz ya pide agua o, al menos, algún líquido. Añadimos entonces el vino y lo mantenemos en el fuego, reduciéndolo para que expulse el alcohol.


Una vez que el arroz se quede seco de nuevo, echamos la nuez moscada y la pimienta molida, a ser posible molida en ese mismo momento. Además. le vamos añadiendo agua a cacitos dejando que vaya reduciendo para echarle de nuevo y remover un poco. De esta forma conseguiremos la cremosidad que esperamos de un risotto.

Lo vamos haciendo así, hasta que el arroz este reblandecido y le quede unos cinco minutos. Es el momento en el que desdoblé la cocción y aparté un plato para hacer el Risotto con bacon y peras por una parte, y con gorgonzola y peras por otra. Lo voy explicando por separado.


RISOTTO DE GORGONZOLA Y PERAS

Mientras está cociendo el arroz pelamos las peras y las cortamos en dados. Las sofreimos en una sartén durante cinco minutos hasta que estén blanditas pero no doradas ya que no queremos elementos "negros" en el color del plato.
Cuando le quede poco al arroz le echamos la mitad de las peras y el queso que hemos cortado a daditos. Las peras se irán deshaciendo con la cocción, por eso reservamos la otra mitad que añadiremos en el momento de apartar el plato así conseguimos que una parte de ellas nos proporcionen sabor en el guiso y la otra parte conformarán la parte sólida de nuestro risotto. El queso, por otra parte, se irá fundiendo con el calor y dará una textura cremosa y exquisita.

Cuando el arroz este listo, con poco caldo pero no seco, más bien con una textura cremosa. Apartamos y echamos en el mismo plato las peras que teníamos reservada.






El resultado final, como ya os digo, a nosotros nos encantó y aunque los blogueros somos muy nuestros, tantos no pueden estar equivocados,jeje. Es, en mi opinión, una receta fácil pero muy sabrosa así que muy adecuada para hacer en casa. 

RISOTTO DE PERAS Y BACON

Como en el caso del arroz anterior, pelamos y cortamos las peras a daditos y las sofreímos con mantequilla hasta que estén blanditas sin dorar. Además, cortamos el bacon en tiritas y cuando saquemos las peras lo pasamos por el fuego ligeramente. Por cierto, hay que buscar bien el bacon y mirar ingredientes porque mucho tienen leche en su composición. Nosotros compramos uno de marca "la Selva" sin lactosa que está libre de lácteos, no sólo de lactosa. Ya sabéis que no me gusta dar marcas pero cuando se trata de prevenir no me corto.

Cuando el arroz está casi a punto, le echamos la mitad de las peras y las tiritas de bacon. Esperamos a que el arroz esté en su punto y apartamos, sirviendo las peras reservadas en el plato.
Pues este quedó también buenísimo. Y sin problemas con la alergia, que el que la tiene en casa sabe lo difícil que es algunas veces, diseñar el menú o elegirlo.


Pues eso, hoy dos risottos, en vez de uno... ¿os animáis por alguno? Aquí, recomendamos los dos. 


lunes, 10 de marzo de 2014

Arroz de marisco al estilo portugués



Pues el fin de semana pasado tocó almuerzo de domingo. Sí, jaja... ¿cuántos no comemos arroz los domingos? En casa de mamá, de la suegra o, como nosotros, en casa. Y es que el arroz tiene mucho de comida de domingo, de familiar, de compartir mesa y sobremesa con los más cercanos. Y a mí, si me lo piden, me falta poco para ponerme manos a la obra.

Y esta vez imité a los portugueses y a su arroz de marisco. ¡Qué bien lo hacen! ¡Qué bueno está! Y te tienes que preparar a llevarte un tiempito en la cocina, porque es elaborado, pero luego el resultado merece la pena.

A mi me gusta mucho Portugal, Es un país precioso, con mucho que ofrecer, muy cómodo. Así, siempre que podemos, hacemos el petate y tiramos para allá. Afortunadamente está cerca y nos podemos permitir ir para un sólo día o un par de días. El Algarve, que es lo que nos pilla más cerca, es espectacular. Tiene una luz especial, unos rinconcitos geniales y unas playas preciosas, aunque de aguas heladas y yo, que soy de esas que se lleva un cuarto de hora para meterse en el mar, lo paso nada más que regular. Lisboa, El Alentejo... Para visitarlo.

Y cómo se come, como preparan el bacalao, como tratan a los frutos del mar, los mariscos, los pescados fresquitos, las sopas, los caldos, las carnes, el carbón, las aceitunas, los vinos... Una delicia. 

Eso sí, si nos sentamos en un restaurante portugués hay que llevar otra actitud. Estamos acostumbrados a llegar y que nos sirvan enseguida. Allí hay que cambiar las expectativas y dejar que la cosa fluya a otro ritmo. La cocina portuguesa, tan elaborada, pide mimo y tarda en llegar. La mayoría de los restaurantes en los que he estado llega a desesperar, más de una hora han llegado a tardar para servirme. Pero es así, es la forma que tienen de hacer las cosas y así hay que tomarlo, porque luego el resultado merece la pena. Las prisas y la inmediatez no tienen porqué ser sinónimos de excelencia. Dejemos que nos muestren su savoir-faire.

Además, mientras la comida llega, te ofrecen los maravillosos "mimos da casa". A mi me encantan esos aperitivos que te distraen el estómago mientras esperas: quesos, mantequilla, jamón, patés marineros y pan. Hay veces que te lo distraen tanto que, cuando finalmente llega la comida, ya no sientes hambre. Y no hay que llevarse a engaños, estos mimos no son un regalo, aunque puedan parecerlo, te los van a cobrar y es mejor mirar su precio porque. al menos a mí, alguna vez me los han cobrado muy bien. Si no los tocas, no te los cobran, aunque los hayan servido pero... a mi me encantan. 

Bueno, no me enrollo más y vamos a mi versión del arroz de marisco. Este es el producto que necesitamos:


A. PREPARATIVOS

El marisco y toda "la chasca" que vamos a añadir al guiso tiene que estar preparado antes de empezar para que luego no nos "agobiemos" con los tiempos. De esta manera, antes de poner la olla en el fuego, necesitamos dar los siguientes pasos.

1. Picamos la cebolla y el ajo y rallamos un tomate. Reservamos todo. Picamos también un buen puñado de culantro. Ya conté en otra ocasión que el culantro o cilantro tiene mucho más sabor y aroma si es fresco. Los que encontramos en las grandes superficies nos ayudan a conseguir el sabor pero no llegan a tener ese aroma intenso que sí tiene el que encontramos fresco en el mercado. Así, si tenemos la suerte de poder conseguirlo fresco mejor que mejor, aquí en Sevilla yo lo he encontrado únicamente en los supermercados así que me veo obligada a echar más cantidad.

2. Pelamos las gambas y con las cáscaras hacemos un caldo de marisco que reservaremos para añadir al arroz. Al caldo yo le echo agua, las colas y una pastilla de caldo de pescado aunque si lo preferís podemos echarle sal únicamente.



3. Ponemos las navajas al fuego hasta que se abran. Yo les echo un poquito de agua para que no se queme la sartén mientras ellas sueltan su propio jugo. Retiramos las conchas y picamos "el bicho". Reservamos. El caldo que sobre lo podemos añadir al caldo de gambas.



4. Limpiamos los mejillones y los ponemos en una sartén con un poquito de agua, como con las navajas, hasta que se abran. Los sacamos y los retiramos de sus conchas. El caldo podemos incorporarlo también al caldo de gambas aunque a mi este me gusta menos. 



5. Limpiamos bien con agua clara las chirlas y/o coquinas para que tengan menos tierra. Quitamos las que estén abiertas o rotas porque sólo utilizaremos las que estén cerradas ya que éstas son más frescas. A mi me gusta echar las chirlas enteras, es decir, con su cáscara pero si preferimos evitarlas y que al comer sólo nos encontremos el "bicho", las podemos abrir y reservarlas. Con las coquinas pasa lo mismo.
Si preferimos añadir berberechos es mejor abrirlos antes y retirar el berberecho ya que si no, nos encontraremos las conchas sueltas y vacías en el arroz.

6. Limpiamos el choco y lo cortamos en tiras.

7. Machacamos  con un mortero el "marisco duro" (cuerpos, patas rusas...) hasta romperlos. Esto ayudará al comensal a abrirlo y poder comerlo más fácilmente.

B. EL GUISO

Hemos tardado una media hora en prepararlo todo, aunque podemos pedir ayuda para hacerlo todo más rápido, que las cosas compartidas se hacen más amenas. 
Es la hora de sacar la olla donde prepararemos nuestro arroz. En Portugal utilizan unas especiales, con tapa redonda. Yo he usado la mía habitual.

Primero pochamos la cebolla y el ajo.
Cuando estén trasparentes añadimos las tiras de choco, que es el ingrediente que más cocción necesita. Lo tenemos unos minutos y añadimos el tomate rallado, unas pocas hebras de azafrán (buscamos el sabor, no colorear el arroz) y la mitad del culantro picado.

Seguimos removiendo unos minutos más y le incorporamos las chirlas (si no las hemos abierto en los previos) removiendo hasta que estén abiertas. Si vemos que las chirlas no están abiertas y el resto de los ingredientes empiezan a dorarse más de la cuenta, podemos echar un cuenquito pequeño de agua.
Es la hora de añadir el arroz y remover unos segundos, sin echar el caldo todavía, para que el arroz suelte el almidón.
Ahora sí, echamos ya el caldo que tenemos preparado con las cáscaras de las gambas. Con él, incorporamos también el marisco duro o grande (las bocas y las patas rusas) y el culantro. Bajamos a fuego medio y dejamos hervir. El resto de los ingredientes (las gambas, los mejillones y las navajas picadas) las introducimos unos diez minutos más tarde, cuando falten aproximadamente diez minutos para que el arroz esté tierno ya que tienen menos cocción. En ese momento, probamos también de sal y rectificamos si fuese necesario.


Pues así sale nuestro arroz. Caldosito y con mucho sabor a mar que, con el toque de culantro, se convierte en un bocado apetitoso. Luego, a disfrutar de la familia o los amigos y de las largas sobremesas de domingo.








martes, 4 de marzo de 2014

Solomillo relleno de paté con crema de mostaza antigua



Vaya nombre historiado que le he dado a esta receta, parece un plato de esos de restaurante que luego son muy monos pero que te dejan con hambre... Pues nada que ver, este es un plato supersencillo de hacer y lo del hambre... pues dependerá de lo que te sirvas y lo que comas. Ahí el estómago de cada uno.

En realidad es un plato que hace quedar muy bien y la manera de cocinarlo, en papillote, da una jugosidad al solomillo extra. Esta pieza de carne que suele pecar de "sequerona", como decimos por aquí, se vuelve un bocado exquisito y tierno ya que se cocina con sus propios jugos. 

Las ventajas de cocinar en papillote son muchas: es rápido, limpio, tiene menos grasas ya que se cocina con los vapores propios de cada ingrediente y sobre todo es jugosa, porque todo el sabor se concentra. La técnica es fácil, consiste en cerrar diferentes alimentos en un recipiente de forma hermética y cocerlos al horno dentro del mismo. Lo normal es hacer un paquete con papel sulfurizado o papel de aluminio, consiguiendo no sólo potenciar el sabor sino también acelerar los tiempos de cocción que no suelen pasar de la media hora.

Aunque es un procedimiento muy popular entre los chefs, se suele emplear más con pescados y verduras que con carnes, aunque ya digo que aplicarlo en ellas aumenta su jugosidad y sabor.  

Además, a nuestro solomillo le he preparado una salsa de paté y mostaza antigua que ha "completado" el plato y el resultado parecía uno de los de "vestir", de "mejor familia", jeje. 

Pues ya verás que enseguida lo tenemos cocinado. Yo he usado:

Para el papillote:
- Un solomillo grandecito de cerdo y si es ibérico mejor, más sabor.
- Un tarrito de paté. A mi me gusta usar para este plato el de finas hierbas ya que las especias que suele contener dan buen sabor a la carne. El de pimienta también lo he usado en alguna ocasión y también está bueno.
- Un paquete (sobra alguno) de bacon o, si lo preferimos, podemos comprar panceta loncheada muy fina.
- Sal
- Tomillo
- Pimienta

Para la salsa:
- Dos cucharadas de cebolla fresca picada.
- Nata.
- Una cucharada generosa de mostaza antigua.
- Las "sobras" del paté que hemos usado para el solomillo.
- Sal.

Comenzamos con la carne. La necesitamos abierta en forma de libro. Podemos pedir al carnicero que la abra o hacerlo nosotros en casa, como prefiráis. A veces, lo he preparado abriéndolo únicamente por la mitad y metiendo allí el relleno, pero queda mejor si elaboramos un "rollo" como el que os explico.

Una vez abierto el solomillo, lo extendemos y lo salpimentamos, añadiendo además un poco de tomillo que es una especia que me encanta usar para las carnes rojas. Es la hora del paté, que untaremos encima del solomillo siendo generosos.

Enrollamos nuestro solomillo y lo cubrimos con las tiras de bacon.

Esta será la base del papillote que cubriremos con papel de aluminio, encerrándola bien por todos los lados para no perder el efecto que deseamos. Si introducimos algún ingrediente más en el paquete podemos añadir sabores. Se me ocurre que alguna verdura (tomate, cebolla, zanahoria...) podría quedar bien pero, ya os digo, si no os apetece experimentar esto sale muy rico sin añadir nada más.


Metemos en el horno precalentado a 200º y dejamos media hora. Luego abriremos el paquete y aparecerá nuestro jugoso solomillo que podemos comer solo o añadirle nuestra crema de mostaza antigua.

Para hacer la salsa, sofreímos la cebolla picada y, cuando esté, le añadimos la mostaza antigua.


Removemos unos segundos e incorporamos la nata, bajando el fuego a la mitad. Cuando empiece a hervir, echamos el paté y removemos hasta que esté completamente ligado a la salsa. Probaremos y sazonaremos según nuestro gusto.


Pues ya está. Como os dije, muy resultón pero más fácil de hacer.