jueves, 22 de mayo de 2014

Solomillo al whisky… con rebujito


Realmente esta época del año es estupenda. Es para aprovecharla todo lo que se pueda porque todo esta precioso en primavera aquí en el sur y, aunque hace bueno y ya hace bastante tiempo que guardamos abrigos y bufandas, aún no ha llegado ese calor agobiante que, en verano, nos obliga a permanecer en casa casi toda la jornada y sólo salir por la noche como los murciélagos. 

Ya os digo, es una época preciosa. Hasta el olor es distinto y las calles se inundan de ese aroma a azahar del que nos sentimos casi orgullosos. Y pues, como se trata de salir a la calle y lucirse, es tiempo de ferias, romerías, cruces y demás eventos donde las diferentes localidades dan el resto.

Hace menos de una semana tuvimos la feria por aquí, hace dos fue la de Sevilla, más pronto que tarde llegará el Rocío y, como suelo ir haciendo en meses anteriores, pensé en traer las fiestas a este blog y ¿qué hay más de feria aquí en Sevilla y alrededores que una jarra de rebujito? Pues os voy a contar como se hace. Eso y el solomillo al whisky que no falta en ninguna caseta y yo diría que en ningún bar de tapas y de comida tradicional, que aquí se estila muchísimo.

Y lo mejor… ¿os cuento un secreto? No se hace con whisky. Y lo se de buena tinta porque se trata de la receta original de uno de los bares "de toda la vida" situado en pleno centro de Sevilla, por Sierpes… Ellos dicen que fueron los creadores originales de este plato tan popular y yo no tengo razones para no creerlo. A mi me ha llegado a través de un buen amigo, familiar de los entonces dueños del local. 

Recetas hay muchas en la red. La mayoría con whisky. Y por supuesto, cada establecimiento ha ido aportando su granito después, consiguiendo sabores más o menos parecidos. En casa, gracias a este amigo, nos ceñimos a los orígenes porque como siempre digo, si algo está bueno ¿por qué vamos a cambiarlo?

Necesitaremos


Pues vamos a meternos en faena. Cortamos primeramente el solomillo en medallones quitando la grasa y el tocino que pueda tener. Calentamos aceite en una sartén siendo bastante generosos, cuando lo tengamos ya caliente añadimos los dientes de ajo machacados un poco con el mortero pero sin pelar y los medallones de solomillo.


Sellamos unos minutos la carne hasta que empiece a dorarse. La sacamos del fuego pero dejamos dentro de la sartén los ajos. Desglasamos el fondo echando medio vaso aproximadamente de coñac y dejamos calentar hasta que haya reducido.

Mientras, aparte, preparamos la mezcla de limón y agua echando en un vaso una cuarta parte de zumo de limón y el resto de agua. Esta disolución la añadiremos a la sartén cuando el coñac haya reducido y para dar más sabor añadiremos una pastilla de caldo de carne. 
Dejamos unos minutos que cueza y añadimos el solomillo que mantenemos también al fuego unos cinco minutos para que tome todo el sabor de la carne. 


Unas patatas fritas son el acompañamiento perfecto… Unas patatas fritas y una jarra de rebujito muy muy fresquito que prepararemos echando en una jarra una cubitera entera de hielo (y más si hace mucha calor), medio litro de manzanilla y un litro y medio de seven up. Esto se sirve en vasitos pequeños y sabe a zumo que con el calor entra estupendamente, pero el poco alcohol que tiene va calando poco a poco y muchos acaban viendo la feria "de otra forma" gracias al rebujito ;))






miércoles, 7 de mayo de 2014

Espinacas a la crema de gambas


Esta es una receta muy de andar por casa. Es un plato fácil, muy fácil, que sale bueno, que necesita poquitas cosas y que se hace en un plis plas y, por si aún no te he convencido y eres de esos que tienes que tirar del "tupper" para comer, está estupendo de un día para otro. De hecho, yo lo hacía mucho la época en la que, por motivos de trabajo, tenía que comer así y me encantaba el día que sabía que estaban esperándome en el frigorífico de la empresa.

El sabor de la verdura, contrasta con la suavidad de la nata y el toque final lo pone el marisco, las gambas. No hace falta que sean gambas grandes de Huelva, con las arroceras vale, aunque si usáis ésas ya os queda redondo, de verdad, que yo lo he probado. 

Otra de sus virtudes es que es una receta que podéis ofrecer a esas personas que, como yo, no les apasionan las verduras. No garantizo que le gusten, pero sí que se salen del típico plato "verde" con sabor a campo. Ya os digo, a mi que me cuesta todo lo que venga de la huerta, estas espinacas siempre me han gustado.

En fin, que os traigo un plato ligerito de los de añadir a la dieta de todos los días. A ver qué os parece.


Empezamos poniendo a cocer las espinacas con un poco de aceite (para ponerlas más verdes) y un puñadito de sal. Si son frescas, necesitaremos que cuezan durante 20 minutos al menos. Si son congeladas, como estas, con 7 u 8 minutos será suficiente.


Mientras cuecen podemos ir pelando las gambas y cortando los ajos en láminas.


Ya tenemos los ingredientes principales preparados. Empezamos pues.
Sofreímos los ajos en aceite de oliva.


Cuando estén sofritos, empezando a dorarse, les echamos las espinacas y removemos durante unos cinco minutos para que se sofrían también. Después, les añadimos las gambas y seguimos removiendo hasta que éstas cambien de color.


Nos queda añadir la nata y unas cucharadas de tomate frito que den color al plato. Probamos y rectificamos de sal, mantenemos con fuego medio unos cinco minutos y apartamos.


Pues veréis qué suaves salen y qué ricas. Creo que una marca comercial tenía unas muy parecidas entre sus productos congelados… Éstas están el doble de sabrosas :).








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