Me encanta el sabor sutil que una buena especia o hierba aromática le da a un plato. Le cambia el "rollo". Por eso tengo un armario lleno en la cocina, porque si la comida es aburrida al menos intento darle un poco de juego con unas hierbitas. Sabor y color, esa es la función.
Pues esta es la historia también de este plato. Una pechuga de pollo que compras porque hay que "cuidarse" un poquito y porque no tienes mucho tiempo y eso a la plancha lo preparas en un momento y al menos te soluciona una comida. Pero ¡qué aburrida es la típica pechuga a la plancha!
¿Estas dispuést@ a dedicar a la cocina cinco minutos más? Solo cinco. Pues unas alcaparras y un poco de tomillo y ya tenemos un plato distinto, con un poco más de rock and roll, pero igual de ligero y sano.
¿Aceptas el reto? En tres pasos apenas te lo explico. Ya verás. Vamos a necesitar:
Pues comenzamos como si preparáramos las aburridas pechugas, jeje. Es decir, en una sartén con unas cucharadas de aceite pasamos a la plancha unas pechugas que previamente hemos salpimentado. Las marcamos unos minutos sin dejar que lleguen a dorarse.
Añadimos una cuchara de harina. Si la idea de las pechugas es intentar bajar peso podemos obviar este ingrediente que sólo nos va a servir de espesante para la salsa. Removemos un poco sin dejar que la harina se queme y regamos con caldo vegetal cubriendo las pechugas.
Añadimos el tomillo y las alcaparras y esperamos a que el caldo reduzca a la mitad.
Si te gustan los sabores cítricos puedes añadir al caldo unas gotas de zumo de limón. A mi me gusta sin él ya que "mata" un poco el gusto de las alcaparras y el tomillo.
La guarnición que suelo elegir para este plato es el arroz. Se complementa muy bien. En esta ocasión preparé además un arroz tipo salvaje y el resultado nos gustó muchísimo.
¿Has visto? Cinco minutos más como te dije y un proceso muy simple pero el plato es otro, mucho más apetecible.