miércoles, 27 de noviembre de 2013

Picantones "picantones"


¿Tiene buena pinta? Pues está buenísimo y más fácil es, ya veréis. 

Ya os comenté en otra entrada que no había cosa más versátil en la cocina que un pollo. Se puede hacer de mil formas y siempre que se cocine bien, queda jugoso. Además es sano y no aporta muchas calorías. Vamos, un lujito. Y para hacer más campaña, les encanta a los peques así que, al menos a mi nunca me falta en la nevera, que saca de más de un apuro.

Por ponerle un pero, y ya os he dicho que yo soy un tanto "especial" con este tipo de cosas, es un producto que es mejor consumir recién hecho porque coge "sabor" a "esto no es de hoy" muy pronto y también le suelo poner pegas si lleva algún tiempo congelado (semanas), aunque después lo cocine.

En fin, que desde el huevo, hasta la pechuga, pasando por los higaditos... ¡que vivan los pollos! jeje.

Y si vamos a lo seguro ¿qué queda más sabroso que un pollo asado, ya sea casero o comprado? Pues yo tengo la respuesta, estos picantones picantones asados al horno, jeje. El pollo picantón es un pollo de menor tamaño (creo que sobre unos 500 gr), muy muy tierno y absorbe los sabores muy rápido. Esta receta, la podríamos hacer con un pollo normal pero en casa siempre hemos escogido el picantón y nos encanta. 

Ya os he dicho que es muy fácil de preparar. La prueba: ¿cómo se puede complicar algo con tan pocos ingredientes?


Pues sí, solo hacen falta:

  • Dos pollos picantones.
  • Una cebollita fresca.
  • Dos guindillas (no sale demasiado picante, pero si se prefiere se puede echar menos o más, al gusto).
  • Un vasito de manzanilla (u otro vino blanco para la comida).
  • Pimienta y sal (o una pastillita de caldo de pollo, lo que gustemos)
  • Mantequilla para engrasar la fuente que irá en el horno y un poco de aceite. En nuestro caso, usamos siempre mantequilla vegetal 100% para que la peque lo pueda tomar (es alérgica a la proteína de leche) pero puede usarse la mantequilla normal.
Pues eso y ya está.

Lo primero que haremos será picar muy fina la cebolla y la guindilla y sofreiremos unos minutos en una sartén con una o dos cucharadas de aceite, hasta que la cebolla quede transparente.


Es hora de preparar el pollo. Normalmente, yo suelo abrirlo por el pecho y le quito la piel tirando de ella. Como son muy tiernos se quita enseguida. Además, no tienen apenas grasa así que la poca que tenga y que no nos guste la recortamos con una tijera de cocina. 

Ponemos los pollos en la fuente engrasada, y cubrimos con el sofrito. Le incorporamos la sal (o el caldo de pollo) y un poquito de pimienta y rociamos con el vino, siendo generosos si queremos tener luego salsita para mojar.



No es que tengan muy buena pinta así, pero creedme el resultado final es lo que importa. Es la hora del horno que tendremos precalentado a 180/190. Allí, los mantendremos hasta que estén bien hechos unos tres cuartos de hora, dando la vuelta cuando estimemos oportuno.

Y el resultado, de verdad, no defrauda... 






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