lunes, 30 de diciembre de 2013

Mousse de turrón


Tengo pendiente algunas recetas de guisos caseros y algún platillo que he preparado para Navidad y es que... he estado desaparecida, pero me vais a perdonar porque tengo una muy buena excusa que me ha robado el poco tiempo libre que tenía y toda mi atención.

La excusa es tan buena que no voy a dudar en compartirla con vosotros. 

El pasado 17 de diciembre nació mi segundo hijo. Un bebé precioso al que hemos llamado Lucas y que se ha convertido en el peque de nuestros ojos, junto con su hermanita, que también anda babeando tras él. Ha sido un regalazo de Navidad y aunque estos primeros días son un caos en los que estamos buscando una organización lógica, ese bebé que ha puesto todo patas arriba, hace que estas fechas tan familiares cobren aún más sentido.

A ver si llego al menos con un postrecito fácil y muy bueno para la noche de Nochevieja o el día uno. Aquí lo preparamos en Nochebuena y nos ha encantado. Ese día, el pequeño Lucas cumplió una semana y nuestra cena, debido a la desorganización propia de estos primeros días, se basó en canapés  y algún plato sencillito que ya os iré contando. Todo muy bueno, pero apenas sin planificación. 

Así que el día anterior, pensando en el postre estuve mirando en internet y ganó esta navideña mousse de turron que encontré en la página www.thermorecetas.com. Este es el enlace de la receta http://www.thermorecetas.com/2012/12/29/mousse-de-turron/.

Y así lo hice yo. 

Por cierto, este postre sí contiene leche, así que no es apto para los alérgicos a la PLV (proteína de la leche de vaca) como mi peque, que ya es mi niña mayor (con tres añitos, ya ves).

Necesitamos:



  • 2 huevos (utilizaremos las claras por un lado y sus yemas por otro).
  • 200 ml de nata para montar.
  • 200 gr de turrón del blando o turrón de Jijona.
  • 4 hojas de gelatina neutra.
  • 30 gr de azúcar. La receta pedía azúcar moreno pero yo le puse azúcar blanca y salió perfecto.
  • 100 m de leche.
La receta que proponía la página era para thermomix, aunque yo combiné este robot con métodos y utensilios más tradicionales ya que "algún accesorio" de mi thermomix escogió un mal momento para esconderse.

Bueno pues comenzamos batiendo las claras a punto de nieve y montando la nata. Para asegurarnos que ambos ingredientes queden perfectos, los huevos tienen que estar a temperatura ambiente, la nata muy fría y el vaso o recipiente donde lo vamos a montar tiene que estar muy muy limpio y muy seco. Yo utilicé mi batidora normal pero en thermomix utilizaríamos la mariposa y programaríamos 2 minutos a velocidad 4 para las claras y sin tiempo y velocidad 4 para la nata (la retiramos cuando veamos que están listas). Una vez montadas, las reservamos en el frigorífico.


Por otro lado, ponemos las hojas de gelatina en remojo para que vayan hidratándose.



El siguiente paso es calentar las yemas con el azucar un poco. Que queden templaditas. En thermomix programaríamos un minuto, temperatura 37º, velocidad 1. 



Añadimos la leche y calentamos. En thermomix programaríamos 6 minutos, a 60º, velocidad 1. Añadimos la gelatina que hemos colado previamente y mezclamos bien (20 segundos, velocidad 7, en thermomix).

Añadimos el turrón y batimos bien. En thermomix 30 segundos a velocidad progresiva 7/10. Si con la batidora normal no queda muy bien, podemos dejar la mezcla en el fuego sin parar de remover para que el turrón se diluya y luego esperaremos unos pocos minutos que se enfríe antes de echar el resto de los ingredientes.

Le toca el turno a la nata que teníamos en el frigorífico. La añadimos a la mezcla anterior y removemos bien.

Finalmente, añadimos las claras montadas y mezclamos muy poco y con movimientos envolventes. Este ingrediente proporciona la textura esponjosa de la mousse y si mezclamos demasiado arruinamos esta textura ya que "el aire" del merengue se elimina. La crema quedaría sabrosa pero no obtendríamos esa sensación que da la mousse en el paladar.



Pues bien, hasta aquí hemos llegado y sólo nos queda echar la mezcla en vasitos o copas donde lo vamos a servir e introducir en la nevera durante al menos dos horas para que cuaje bien. 

Como siempre, lo recomiendo porque lo hemos probado y en casa repetiremos seguro.




martes, 10 de diciembre de 2013

Patatas aliñás con langostinos


Hoy os dejo una entrada rapidita pero apetitosa. Casi que no pega nada, porque al menos en casa, lo consideramos una comida más de verano y, a veces, la ponemos como entrante, como aperitivo y, alguna vez, hasta la hemos almorzado. Unas "papas aliñas", como decimos por aquí, que entran estupendamente. 

Este fin de semana la hemos preparado porque teníamos barbacoa con los amigos y, aparte de asar carne al carbón (¡que buena!), cada uno llevábamos un plato y a mi me tocó este. 

¿Sabéis para lo que pegan también estupendamente? Para llevárselas como "complemento" al bocata de tortilla, jamón o lomo en un día de playa de esos de "domingueros" que la disfrutas todo el día. Ay, como se echa de menos con estos fríos.

En fin, nosotros "tuneamos" un poquito la típica patata aliñada y como nos sale buenísima (dicho por nosotros y por los amigos que las han probado), aquí va la receta y os animo a que la hagáis.




Pues ahí van los ingredientes:

  • Un kilo de patatitas nuevas pequeñas que son las que mejor quedan para cocer.
  • Unos 300 gramos de langostinos ya cocidos.
  • 4 huevos.
  • Una cebolla fresca.
  • Perejil.
  • Aceite de oliva virgen extra.
  • Sal.
  • Vinagre de yema.
  • Vinagre de frambuesa.
Ponemos a cocer unos 15 minutos las patatas y los huevos con un puñadito de sal, apartaremos cuando pinchemos las patatas y estén blanditas pero hay que tener cuidado de no pasarse, porque se desharían y arruinaríamos el plato.

Una vez cocidas, pelamos las patatas y los huevos duros y los cortamos en trozos medianos. Picamos la cebolla también en juliana y ponemos las tres cosas en un bol. Pelamos los langostinos y cortamos en dos o tres partes, dependiendo de su tamaño y lo incorporamos al bol. Finalmente echamos también el perejil picado.

Aparte, preparamos una vinagreta a nuestro gusto con el aceite, la sal y el vinagre de yema (como en las ensaladas, hay que buscar el punto de sal y vinagre que guste en casa) y lo incorporamos a las patatas removiendo para que cale bien el aliño. 

Finalmente, le echamos un chorrito generoso de vinagre de frambuesa y removemos sólo un poco para que el plato coja el sabor y el aroma. 

Pues eso, que lo recomendamos al 100% y si os animáis no os vais a arrepentir que quedan espectaculares estas papas aliñás tuneadas, jeje.





jueves, 5 de diciembre de 2013

Fabada

Entre que ayer fue el día del cuchareo y que nos espera un puente de invierno propio para preparar comidas de estas de "echarse la siesta", platos con fundamento para el frío... he pensado que proponer una fabada puede ser una buena idea. ¿Hace un dominguito de guisote? Vamos, veréis que sencillo.


A ver, espero que los asturianos no me pongan muchas pegas. Mi receta viene directamente de sus conocimientos, es decir, de algún libro que adquirí en mi viaje hace ya demasiados años a Asturias (tengo que repetir) y al "bicheo propio" de internet en páginas locales. También digo que me cuesta la misma vida encontrar por aquí fabes como Dios manda para prepararlas, de hecho las de la foto no me convencen demasiado y que el lacón aquí tampoco es fácil de encontrar. 

He visto que en algunos sitios utilizan azafrán o cebolla... esta es la versión más simple pero cien por cien recomendable. Animaos. La digestión es pesada y es un plato contundente pero ¡anda! que una vez al año sienta de escándalo.

¿Que le he echado?


  • Las fabes en remojo desde el día anterior. Al principio, cuando la echamos en el agua y han pasado un par de horas, se ponen muy feas. Arrugonas. Pero conforme pasan las horas la fabe se va expandiendo y quedan como en la foto.
  • Una morcilla. (la mía sin componentes lácteos por la alergia, difícil también de encontrar).
  • Un chorizo (también sin lácteos como la morcilla).
  • Un trozo de tocino de papada de cerdo. A mi me gusta más este tipo de tocino porque suele venir bastante veteadito y los trocitos de carne quedan muy jugosos.
  • En el caso de encontrarlo, lacón.
Pues lo más importante es que hay que tener tiempo, echarle paciencia... por lo demás la fabada se hace sola, o casi.

Empezamos poniendo las fabes a calentar a fuego alto. Antes, hemos quitado las que se hayan abierto. Dicen los entendidos que es mejor utilizar el agua misma donde la hemos tenido en remojo. Lo que sí es importante, al menos para mí, es que hay que cubrirlas pero no  pasarse con el agua porque la cocción será a fuego muy lento y no perderá apenas caldo y, sin embargo, sí iremos añadiendo poco a poco.


Incorporamos también al fuego la carne, es decir, la morcilla, el chorizo y el tocino.


Pues a fuego alto esperamos a que hierva y cuando esto ocurra desespumamos.


Es el momento de bajar el fuego casi al mínimo y "asustar" a la fabada, es decir, echar un poquito de agua fría que rompa el hervor. Esto se hace para que las fabes no se rompan y hay que repetirlo dos o tres veces durante todo el proceso.

Ya sólo nos queda esperar, como lo tenemos a fuego muy lento, el guiso no estará listo hasta pasadasdos o tres horas mínimo, pero quedará exquisito por el cariño que se le ha puesto. No se le echará sal hasta el final, unos minutos antes de apartar, y necesitará muy poca porque el chorizo y la morcilla ya le impregnan su sabor.

De verdad, para este puente es lo que pega ¿os animáis?











martes, 3 de diciembre de 2013

Revuelto de bacalao

Pues ya tenía yo ganas de traeros esta receta que, como la mayoría de las que os estoy contando, está muy buena y se hace con pocas cositas. ¡Qué me gusta la cocina de mercado!

¿Os apetece para almorzar? ¿Lo ponemos al centro esta noche en la cena?


Personalmente, me encanta cocinar con bacalao porque es un pescado que absorbe bien los sabores y los potencia, protagonizando platos que son una verdadera delicia. Además, en el mercado podemos encontrarlo en muchas versiones (fresco, congelado, fileteado, en migas, salado, desalado...) que nos ofrecen un millón de posibilidades.

Aunque no a todo el mundo le gusta el pescado, (¿¿¿¿por qué??????), sin duda el bacalao es uno de los que menos problemas tienen ante paladares exigentes, por su carne y porque sus filetes no suelen tener muchas espinas y las que tienen están muy a la vista.

El revuelto de bacalao es uno de esos platos que encontramos en casi todos los restaurantes de Huelva, ciudad en la que aprendí a cocinar y a la que me "rindo" literalmente cuando hablamos de gastronomía. Es uno de esos platos que nos hacen virar la vista al mar que tan cerquita está y que disfrutamos por su exquisitez y sabor.

Quizá por la cercanía de Portugal, este plato adquiera en Huelva un protagonismo singular, ya que allí, en la zona del Algarve podemos degustar el maravlloso "Bacalhau al douro", que no deja de ser un revuelto mucho más "caldoso" que este que traemos. Ellos, en Portugal digo, suelen terminar el plato con un poco de nata o leche que le aporta jugosidad. Yo lo hago sin elementos lácteos y así respeto la alergia de mi peque que, por cierto, se come unos platos gigantes de este revuelto. Da gusto ver comer pescado a los niños ¿verdad?

Vamos a la cocina. 


Pues necesitaremos:
  • 2 ó 3 patatas grandes o 4 ó 5 medianitas.
  • 1 cebolla fresca.
  • 2 ó 3  filetes de bacalao (yo los compro congelados ya desalados).
  • 5 huevos.
  • Unas ramitas de perejil.
  • Aceite de girasol (para freir las patatas).
  • Aceite de oliva (para el revuelto).
Pues comenzamos.

Lo primero es preparar todos los ingredientes. Es el paso que más tiempo y trabajo nos va a llevar. Lo primero las patatas que a mi me gusta cortar finitas, es decir, unas patatas paja. En casa nos ayudamos con un cortador/rallador de verduras que me regalaron y que resulta perfecto para estas cosas. Ahorra tiempo, trabajo y mirad que bien quedan:


El plato queda también muy bien si cortamos las patatas en juliana lo que simplifica el trabajo si no tenemos el aparatito. Pero así, tan finitas se mezclan muy bien con el huevo y yo, personalmente, las prefiero. 

El problema de las patatas paja para freírlas es que sueltan mucho almidón y corremos el riesgo de que se nos forme una masa y se peguen unas con otras. Para evitarlo las lavamos muy bien una vez cortadas, con agua fría abundante bajo el grifo y las freiremos en aceite caliente con un puñadito no muy abundante de sal.


Mientras se frien, las vamos removiendo de vez en cuando y cortamos el resto de los ingredientes. La cebolla muy picada y desmenuzamos el bacalao para hacer "migas".



En una sartén ponemos a pochar la cebolla y cuando se reblandezca y quede transparente la sacaremos y reservaremos. En el mismo aceite ponemos también a sofreír el bacalao.



Si queremos reducir el aceite del plato que a veces empalaga, pasaremos las patatas y la cebolla pochada por papel secante o por servilletas o papel de cocina que absorban el sobrante de aceite. 

Al sofreír el bacalao suelta agua que va perdiendo poco a poco al calor del fuego. Cuando se quede sin ella, será el momento de añadir las patatas y la cebolla. Removeremos bien para mezclar y bajaremos el fuego al mínimo.

Incorporamos el perejil picadito y los huevos enteros o, si lo preferimos, previamente batidos. Removemos para evitar que se queme, pero no demasiado ya que los revueltos quedan más cremosos si se remueven poco. Si lo movemos mucho las partes quedarán pequeñitas y se secarán. El punto del revuelto, como el de la tortilla, depende del libro ese de los gustos, hay a quién le gusta crudillo o a quién le gusta muy hecho y entre ambos extremos, toda la gama. Así que este último paso (el de retirar la sartén del fuego) lo dejo a vuestra elección.

¡Ah!, que me iba dejando la sal... Aunque los filetes que compremos sean desalados, a veces, conservan parte del sabor... Yo pruebo y rectifico el punto de sal ahora al final ya que el huevo admite bien y rápido la sal y así nos aseguramos de no pasarnos.

El resultado habla por sí mismo ¿no os parece? Fijaos en la sugerencia del vino. Un vinho verde portugués, fresquito, fresquito es lo mejor con este plato. El de la imagen es un Casal García que a mi me encanta. Frío es casi un refresco, suave, suave... Aunque si no encontramos esta marca, hay otras igualmente recomendables como Gatâo, Casal Mendes o Gazela.