jueves, 24 de octubre de 2013

Alitas de pollo a la "tata" Juana



A esta receta que os voy a explicar le tengo un cariño especial por su procedencia. ¿No tenéis a alguien en vuestra vida que es sin duda de vuestra familia sin que en realidad haya lazos de sangre? Pues en mi caso, la lista la encabeza la persona que nos enseñó este plato. La tata Juana. En Nochebuena es la primera persona a la que me acerco a felicitar.

¡Y no os imagináis que cocinera! Por seguir con el tema, la mesa de nochebuena no puede ser más apetitosa. De sobresaliente su rape alangostado, el roast beef, el foie-grass o la cabeza de cerdo casera. Los calamares rellenos es otra de las especialidades que algún día subiré a este blog. Todo exquisito. Sus platos forman parte de los primeros recuerdos de mi infancia, como la ensalada de patatas que me hacía los domingos, cuando mis padres me llevaban de visita. En fin, es empezar y no parar, el cochinito, la caldereta...

Y estas alitas que sorprenden por su sabor y por su simplicidad. Un plato muy fácil de hacer, económico (a nosotros hoy nos salió por unos tres euros) y ligero. Probadlo en casa, ya veréis que se repite.

Y lo que digo, apenas unos cuantos ingredientes básicos:


  • Un kilo aproximadamente de alitas de pollo.
  • Cinco dientes de ajo.
  • Perejil.
  • Vino, insisto en que el fino o la manzanilla dan un sabor especial a las comidas. Aproximadamente yo le hecho un vaso de los de agua.
  • Pimentón dulce de la Vera.
  • Mantequilla, nosotros utilizamos la mantequilla vegetal que puede comer la peque por su alergia a los lácteos.
Veréis que sencillo.

Precalentamos el horno a 200 grados. La fuente que vamos a utilizar para meter en el horno la engrasamos con mantequilla y ponemos las alitas dentro. Rociamos con el ajo muy picadillo, con perejil muy picado también y con pimentón. Le echamos sal o una pastilla de caldo de pollo y, finalmente, agregamos un buen chorro de vino. No le vamos a echar agua así que el caldito será la reducción de vino. Por eso cuanto más echemos, más salsa tendremos, aunque no hay que pasarse porque podemos arruinar el plato.




Metemos en el horno unos cincuenta minutos hasta que veamos el pollo doradito y con la piel crujiente. Eso sí, le vamos dando la vuelta a las alitas de vez en cuando para que se hagan de una manera uniforme.

Pues ya esta. Más fácil imposible pero... ¡hay que probarlo! ¿las acompañamos con unas patatas fritas?












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